Sunday, May 16, 2021

El Conserje: los subsaharianos.

Un día llegaron a la empresa unos subsaharianos buscando trabajo. Como era habitual en mi, les acepté el CV para pasarlo a RRHH y siempre a todo el que venía pidiendo trabajo, yo tenía la cortesía de hacerles unas 5 fotocopias para que siguieran buscando trabajo por otras empresas.

Cuando se fueron aquellos chicos, yo reparé en uno de los currículums y le comenté al protagonista de esta serie de anécdotas:


- Mire, este se llama Mamadou. 


Y él contestó...


+ Mamadou se llamaba el que me trató de racista. Por él me sacaron del servicio porque “la empresa no podía tolerar actitudes racistas”.


- pero... cómo fue?


+ Er Mamadou estaba leyendo y de vez en cuando me preguntaba arguna duda; yo se la respondía pero él al momento me hacía los gestos de que le dejara en paz porque no le dejaba leer. Y así varias veces hasta que me enfadé, y él me denunció a la empresa por racista.


Por conversaciones que teníamos y actitudes que le vimos hacia la empleada de la limpieza, de origen dominicano, ya sabíamos que no podía reprimir su xenofobia galopante y a menudo se le notaban los dejes en este sentido; así que no me extrañaría mucho que su versión de los hechos por los cuales fue apartado del servicio al que se refería sería como poco falsa y tergiversada.

Sunday, May 02, 2021

Adrián y el pan tostado

Este fin de semana me he acordado de este individuo que a priori no deba dar mucho juego, sí que me ha calado suficientemente hondo como para hacer este artículo. El relato de hoy lo dedico a... Adrián y el pan tostado.


Érase una vez, mientras duró nuestra experiencia en la emisora de Ràdio Línia IV, nos encontramos solos mi hermano y yo haciendo nuestro programa el jueves tarde. De 19:00 a 21:00... programazo con los chicos de Autodefensa.

No era bastante habitual, pero no fue raro que se dejaran caer caras curiosas en el estudio mientras estábamos en pleno programa. Siempre asomando la nariz por el ventanuco de ojo de buey que daba a la sala de locución del estudio. Gracias a esas visitas espontáneas tuvimos la suerte de conocer a algunas banda que venían a dejar su demo y de paso improvisábamos una entrevista; o vecinos y usuarios del Centro Cívico que se acercaban a ver cómo era la emisora...


Aquella vez asomó por el ventanuco un careto peculiar. No nos pareció alguien raro pero al ver que no dejaba de mirar durante varios minutos, al final tuvimos que abrirle la puerta para saber qué coño quería. Mi hermano estaba en los controles y yo en la locución, presentamos una canción y pusimos la música. Aprovechamos el momento en que sonaba un tema para abrir y atender al curioso visitante. 


- Hola - dijimos mientras lo invitamos a entrar.


- Ho... ho... hola... - respondió tartamudeando aquel humano de unos 18 años y que iba vestido con pantalón de pinza claro y con camisa de cuadros; pelo castaño liso y peinado con la raya a un lado, y una incesante sonrisa de oreja a oreja.


Se nos presentó como Adrián, y ya vimos que parecía que su cociente intelectual era un poco por debajo e lo estándar. Nos comentó que era habitual del Centro Cívico pero que aún no había entrado nunca en el estudio de la radio. Estaba fascinado y nos hacía algunas preguntas. Le dijimos nuestros nombres y, como se estaba haciendo un poco pesado porque nos cortaba el rollo del ritmo del programa (en los momentos de música intentábamos atenderle lo mejor posible) intentábamos que se fuera. 


Al cabo de un rato volvió... nos dijo que había ido a merendar y que ya estaba de vuelta. Por no mandarlo a tomar por el kk, fuimos condescendientes y le dimos un poco más de coba. 


- ¿Y qué has merendado? - le preguntamos con muy poco interés.


- Un.. un... un... Bollicao. - nos respondió


- Ah, a lo mejor deberías comer algo un poco más sano. - le dije (y tuve los cojones de decírselo mientras me metía mi 2a birra acompañada de mi quinto cigarrillo en una hora.)


- Sí, a... a... a veces... como pan tostado con mermelada.- nos dijo.


- Sabes cómo nos gusta a nosotros el pan tostado? Recién tostado en el fuego, con ajo frotado y aceite.- Le contestó mi hermano.


- ah! s..s... s.. sí. Me... m... m... me gusta así. - Asintió él.


Después de esta frase nuestro protagonista desapareció. Pensábamos que nos habíamos librado de él... pero no. Volvió al cabo de 15 minutos con una bolsa de pan Bimbo y una ristra de ajos y una botella de aceite de oliva.

No nos lo podíamos creer. Le dimos la idea, que él decía que ya conocía, y no dudó en salir a comprar a toda prisa los ingredientes.


De aquella vez no lo volvimos a ver; pero no crean ustedes que desapareció del universo. En una nueva entrega les contaré un nuevo encuentro con Adrián y esa vez fue sin pan tostado.