Tuesday, December 05, 2006

¿CREEN USTEDES EN EXTRATERRESTES?

Tal vez sea una pregunta muy directa pero es que el relato, que a continuación les voy a narrar, exige de esta pregunta. Si creen en la vida extraterrestre les gustará, si no creen con esta historia empezarán a creer.

Para introducir la historia les voy a contar que Autodefensa es el mejor grupazo de Punk-Rock de la historia y que los dos hermanos miembros fundadores de la banda trabajaron de camareros (con todo lo que ello implica).

Sábado tarde de invierno de principios de 1995. El bar donde Autodefensa desarrollaba su actividad profesional estaba colmado de clientela. Jóvenes y no tan jóvenes consumían sus cervezas, cafés con leche y algún Martini (Bianco, por supuesto). Un ambiente jovial en el que la música se mezclaba con chistes, risas y todo tipo de conversaciones.

Mientras servía una y otra cerveza me fijé en un ser humano que no había visto antes por el bar. Misterioso personaje que despertó mi curiosidad. Caballero de 1.80 metros y unos 70 kilogramos, figura esbelta, cabeza erguida y de forma estirada, gafas con montura de alambre sin mucha graduación, pelo castaño y corto no muy poblado, vestía unos pantalones de "pinza" de color marrón y una camisa a cuadros, encima de ésta llevaba un "cárdigan" marrón a juego y remataba su vestimenta invernal con una gabardina de color canela. Me llamó la atención el que estuviera todo el tiempo observando a todo el mundo sin perder detalle de lo que se cocía en el bar. Llegué a pensar que podía tratarse de un policía secreta que estaba al acecho por si, entre tanto Heavy, Punky y viejo tomando el cortado, pudiera surgir un posturón de hachís. Más tarde me dí cuenta que ese hombre estaba por encima de cualquier policía. A cada cerveza que tomaba siempre dejaba 25 pesetas de propina. ¡Coño! cinco duros de propina era una pasada. Te permitía un partidilla al videojuego.

Pasaron los días y el misterioso visitante fue cada vez más asiduo. Al poco tiempo ya había entablado amistad con varios de los parroquianos del bar que ya le llamaban por su nombre:

Cliente: ¡Pedro! -decía llamarse- ¿Echas una partida al ajedrez?

Pedro: Ah! ¿Por qué no? Gracias.


Jugando al ajedrez era de película. El tío batió a los más grandes jugadores del bar y del barrio. Demostró una inteligencia sobrehumana que, junto con esa misteriosa curiosidad por el entorno, me hizo sospechar de que nos estábamos acercando a algo de fuera de este mundo.

Un día mientras unos chicos estaban jugando a las cartas, Pedro no paraba de mirar por encima de las cartas de uno de los jugadores. No sólo eso si no que además estaba hartándolo de preguntas acerca del juego.

Pedro: Disculpa. Si tiras esta carta ¿Qué pasa?

Jugador: No mira, no puedo tirar esta carta aun porque me la reservo. Verás, el objetivo es sumar quince con las cartas que hay en la mesa. Si tiro una carta y sumo quince con parte de las cartas que hay sobre la mesa, me llevo una baza. Si consigo sumar quince con todas las demás cartas de la mesa me llevo una escoba. ¿Lo ves?

Pedro: Uhm... no sé.

Jugador: Tú mira cómo juego. Así aprendes.

Entonces Pedro murmuró unas palabras que sólo yo pude oir.

Pedro: Ya. Si para eso estoy yo aquí, para aprender.

Estas palabras son las que me hicieron pensar que el misterioso Pedro había sido enviado a nuestro planeta para investigar el comportamiento del ser humano en los bares. De hecho llegó a tener bastante relación con los clientes más jóvenes del bar y, supongo, que llegó a aprender mucho de ellos hasta el punto que un día, hablando de música él descubrió que nos gustaba el Heavy Metal. A la semana siguiente se presentó con dos cintas de cassette: el “Sad Wings of Destiny” de Judas Priest y el “Raging Silence” de Uriah Heep, compradas a toda prisa en una gasolinera. El hecho que fuera Heavy le hacía un poco más cercano a nosotros y le permitía seguir de cerca las investigaciones sobre los seres humanos en los bares.

El misterioso visitante del espacio exterior tuvo un fallo. Un día le llamé por el nombre que nos había dicho y él me rectificó.

Yo: Disculpa, Pedro.

Extraterrestre: No. Me llamo José.

¿Por qué nos había dicho semanas atrás que se llamaba Pedro? En mis investigaciones particulares deduzco que Pedro era el nombre perfecto para aquél que, como el pescador bíblico pescaba almas humanas, en un principio pescaba conocimientos de los humanos. El cambio de nombre, supongo que venía porque se había encariñado de nosotros y se sentía más como el padre de Jesús en quien estaban puestas las esperanzas de salvación del mundo. En este caso José veía a la Juventud del bar como los auténticos herederos del planeta y, quién sabe, de su planeta. (me parece que estoy desvariando).

A partir de entonces, y siempre de cara a la intimidad de mi círculo de amistades, me referí a él como “Pedro-José, El Extraterrestre”.

Ahora era nuestro momento de preguntar quién era, de dónde venía. No podía ser que un jambo, salido de la nada, se presentara en el bar, sin más, e intentara hacerse amigo nuestro. ¿Qué hacía todo el fin de semana este ser de otra galaxia allí? Y es que un tío de unos 35 ó 40 años qué hacía solo en ese barrio en el cual nadie le había visto antes. Pues bien, ya he dicho que era una inteligencia superior, así tenía salidas para todo. Nos contó que él vivía en Banyoles (Girona) y que era topógrafo de profesión (¿Os suena una serie de TV checa llamada “Los Visitantes” de finales de los 70? Sí los que comían amerunes), el motivo de su visita al barrio era que sus padres vivían en él, y él bajaba los fines de semana a visitarlos, pero decía que se aburría a veces en casa de los viejos y entonces se despejaba viniendo al bar.

Una tarde no llevaba suficiente dinero y dejó a deber 5 cervezas. Al fin de semana siguiente pagó, pero dejó a deber 5 cervezas más. Al cabo de un mes ya acumulaba una deuda de 10 cervezas.

Pasó largo tiempo sin verlo por el bar hasta que un buen día lo pillé de espaldas en la calle Concepción Arenal del Barcelonés barrio de Sant Andreu. Allí lo paré y él me reconoció al momento.

Pedro-José: ¡Hombre, hola! ¿Cómo va?

Yo: Pues con ganas de verte por allí.

Pedro-José: Oh! No me digas que es porque te debo unas cervecitas.

Yo: Pues sí.

Pedro-José: Bueno, no te preocupes. Este fin de semana iré por allí ya que ahora voy a estar un tiempo trabajando por Barcelona, aquí en la Meridiana. Si no apareciera, toma mi número de teléfono, me llamas para recordármelo.

Ni qué decir tiene que pasó por el bar. Pagó su deuda pero dejó a deber 3 cervecitas más al oir que cerrábamos el bar. ¡Qué hijo puta!

No volvimos a verlo más pero ya que yo tenía su número de teléfono, un día nos dispusimos a gastarle una broma telefónica de aquellas que se hacen a las 3 de la madrugada.

Marqué el número de teléfono y en cuanto descolgaron se oyó:

Pedro-José: ¿Diga?

Yo: Buenas noches. ¿Está José?

Pedro-José: Sí, soy yo.

Entonces me quedé parado y no sabía qué decir. Podía terminar diciendo “eres un hijo de puta y te he sacado de la cama” y colgar el teléfono, ó “Hola, capullo, soy la voz de tu conciencia” y colgar el teléfono. Pero no, me quedé petrificado cuando oí su voz y no se me ocurría nada cabronamente-gracioso para soltarle en medio de la noche. En eso que fue él quien me sorprendió:

Pedro-José: Ah! Hola! Tú eres el del bar. ¿Cómo va todo?

Un servidor, acojonado perdido, colgó el teléfono a toda prisa. Me quedé helado de cómo, después de meses de su última visita y sin haber conversado más de cinco minutos seguidos, me había reconocido la voz. Me sorprendió mucho que a las 3:15 de la madrugada su voz fuera completamente nítida y de tonalidad normal. No sé si a ustedes les pasa pero cuando yo cojo el teléfono por la noche suelo bajar el tono de voz porque suele haber gente durmiendo en casa ó ya por los mismos vecinos. Derivado de esto se me plantean varias hipótesis:

1. Me reconoció porque el número de esa línea telefónica sólo me lo había dado a mí. Por tanto, cualquier llamada entrante por esa línea sólo podía ser mía. Supongo que tendría tecnología suficiente para permitirse varias líneas telefónicas para sus investigaciones.

2. Me reconoció la voz dada su prodigiosa memoria sólo posible en organismos de evolución superior. No olvidemos que si hay seres que visitan el planeta Tierra es porque tienen una tecnología avanzadísima que les permite viajar a través del espacio. No es de extrañar que gocen de mejor memoria que nosotros, simples humanos.

3. Si hablaba con una tonalidad de voz normal (40 a 50 dB.) es porque no tendría el más mínimo apuro en despertar a nadie. Estaría solo, o tal vez en una sala insonorizada como si de un laboratorio secreto instalado en un apartamento se tratara.

No me he atrevido a volver a gastarle ninguna broma más. Muy posiblemente me vendrían a visitar los hombres de negro para hacerme olvidar todo lo ocurrido. El caso es que la historia aquí narrada es (casi) toda completamente verídica y todas las teorías por mí formuladas han sido compartidas con gente que también conoció a la entidad que he descrito, a parte de que ahora hago de dominio público la experiencia.

Sepan, mis lectores, estamos vigilados. Gobierno, policía, extraterrestres, etc... todos nos observan. Sean precavidos.

Saturday, November 25, 2006

EL RODAJE DE MIGUEL BOSÉ

Cuenta la leyenda que en un "restaurante" de Nou Barris (Barcelona) ocurrió un suceso que cambió para siempre la vida de los parroquianos del lugar.



Don Aniceto era un hombre sencillo dedicado en cuerpo y alma a su familia y a su negocio. Su negocio era un modesto restaurante, de ambiente familiar, en el que los parroquianos disfrutaban de la compañía que ofrecían Don Aniceto y su amada esposa Doña Isabela. Don Aniceto, como buen camarero, ofrecía algo más que refrigerios y copiosas comidas a habituales y transhumantes. Ese algo era sin duda su amistad, su comprensión para con el prójimo, detalles impagables que nunca se incluían en el precio de los los suculentos platos que guisaba su esposa.





El humilde matrimonio, unido por Diós desde hacía años, trajo al mundo dos retoños que por aquel entonces vivían su más inocente adolescencia, dos señoritas que no se dejaban ver mucho por la posada de su Señor padre.



En los albores de 1996 un extraño visitante de personó en la posada en la que se ganaba la vida el bueno de Aniceto. Aquel extraño iba vestido con las mejores prendas. Traje, corbata y gabán cubrían a todo un señor que, surgido de la nada, se presentó en casa de Don Aniceto. Hablando con un correctísimo castellano de acento neutro preguntó por el dueño de la casa:



Extraño: Buenos días. Disculpe, camarero, ¿podría avisar al maestro?



Don Aniceto: Está usted hablando con él.



Extraño: Magnífico. Déjeme que me presente: soy productor cinematográfico y me he quedado prendado de los exteriores que ofrece la calle donde está ubicado su bar. De hecho me ha gustado mucho la fachada de su establecimiento.



Don Aniceto: Lo celebro. Muchas gracias por los cumplidos. ¿Qué se le ofrece?



Extraño: Verá. Actualmente estamos rodando una película protagonizada por Miguel Bosé -¿Sabe usted quién és?- y dada la magnífica panorámica que nos regala su bar, sería realmente interesante ambientar una escena justo en la puerta del mismo.



Don Aniceto: ¡Caray! Pu... Pues... No sé qué decir... Será todo un honor para mí dar la imagen de mi humilde posada para tal evento. Ver mi bar inmortalizado en celuloide... para la posteridad.



Extraño: Además, piense usted que, a corto plazo, obtendrá pingües beneficios dado que todo el equipo tendrá que almorzar y comer en algún sitio... Lo que significa que tendrá que preparar la cocina para la ocasión. Ya no digamos a largo plazo, ya que los seguidores de Miguel Bosé reconocerán el sitio hasta el punto de que su bar puede convertirse en un lugar de culto y reunión para todos los fans.



Don Aniceto: Ups! Jamás lo hubiera imaginado. Cuente con mi bar. Quedo a su disposición para todo lo que haga falta.



Extraño: Le pido una cosa.



Don Aniceto: Usted manda.



Extraño: Corra la voz entre la parroquia del bar para que haya un buen ambiente y se vea gente en el local.



Don Aniceto: Faltaría más. Mis parroquianos son una legión muy fiel al bar. Por cierto... ¿Apareceré en los créditos de la película?



Extraño: No se preocupe por ello. Déjelo en mis manos. Ya verá que dentro de una semana exacta, vendrá la grúa a retirar los coches que queden en la calle. Hasta la vista, señor...?



Don Aniceto: Aniceto. Señor Aniceto. Don Aniceto para usted. Adiós.



La noticia corrió como la pólvora. Quién lo hubiera imaginado: Miguel Bosé rodando una película en casa de Don Aniceto. Era tal la psicosis que había en el barrio que todo el mundo planchaba los trajes de los domingos para asistir a la gran cita con Miguel Bosé y su equipo de rodaje.



Don Aniceto dio instrucciones precisas a todo el mundo de cómo tenían que arreglarse para no quedar mal en su gran encuentro con la inmortalidad que ofrece el formar parte de una película. Doña Isabela estaba tan emocionada o más que se su marido hasta el punto que se le ofuscó la mente y no supo reaccionar cuando tuvo que pensar en el menú que presentaría al equipo técnico, actores, vecinos y curiosos que irían el día D al bar. Veamos qué se dijo:



Doña Isabela: Ho, Ho. ¡Qué nervios! La de gente que se va a juntar en casa. No sé qué hacer.



En eso que una vecina inteligentemente propuso:



Vecina: Ah! No sé. Haz una tortilla de patatas. ¿no?



Doña Isabela: Ho, Ho. Ah! Pues sí. Y pediremos doble de todo para que no falte de nada...



Esa misma tarde, con la emoción y en un momento de ausencia de clientela, la feliz pareja decidieron de forma espontánea expresar su amor y alegría de forma física, sobre la mesa donde preparaban los bocadillos. Mientras practicaban el amor digital (que no ciber-sexo, no nos confundamos) entraron dos clientes que sorprendieron al fogoso matrimonio, pero esto es otra histora que, como diría Michael Ende, debe ser contada en otro momento.



La noche anterior al gran día Don Aniceto y Doña Isabela no pegaron ojo. En parte por los nervios y, en parte, porque estuvieron pelando más patatas que un quinto en el calabozo, haciendo la mili. Hasta las gallinas hicieron horas extras poniendo huevos. El resultado fueron 7 tortillas de patatas de 50 centímetros de diámetro. O sea, cada tortilla tenía una superficie de 1963,5575 cm2. Es decir, que de los 30 metros cuadrados que tenía el bar de Don Aniceto, 1,37449025 m2 estaban ocupados por tortillas de patatas. Lógicamente no estaban en el suelo, pero es lo de menos.



Llegó el gran momento. El Bar estaba lleno de personal, propios y ajenos, habituales y curiosos. No cabía un alfiler. Todo el mundo estaba expectante al momento en el que bajara Miguel Bosé del coche que tenía que aparecer de un momento a otro. Pasaban los segundos, los minutos, las horas. La mañana entera. Los asistentes iban marchando decepcionados por no haber visto al gran héroe. Es más, no apareció ni una sola grúa para llevarse los coches que continuaban aparcados en la calle sin el más mínimo aviso de "próximo rodaje". No se presentó ni el Tato.



Don Aniceto y Doña Isabela quedaron en evidencia cuando todos los asistentes les pedían explicaciones sobre lo ocurrido. El matrimonio se escudaba en la excusa de que un señor, bien vestido, se presentó como productor cinema... Pero lo mejor fue cuando la misma vecina que propuso hacer UNA tortilla de patatas preguntó:



Vecina: ¿Y qué vas a hacer ahora con tanta tortilla?



Doña Isabela: Ho, Ho. Oh! No hay problema, estooo... nada. Mis hijas que se de van excursión...



No se sabe cuántas excursiones se organizaron antes de que se resecaran o se pudrieran las tortillas, lo que sí está documentado es el misterioso aumento de peticiones de análisis para mirar el nivel de colesterol en sangre en los centros médicos de Nou Barris.



Vigilad, amigos, no seais avariciosos. La codicia por la fama puede que os haga pagar un precio muy alto y, a veces, el precio viene con esta forma.

Saturday, October 28, 2006

EL PICHA LOCA
El Picha Loca es un personaje que toca muy de cerca a Autodefensa. Un tío sin par que lo mismo te hace reir como te hace llorar (de risa, claro).
El Sr. Juan M. C. nació a principios de los 60 en el área metropolitana de Barcelona. De origen andaluz, tanto pasea con orgullo su sangre mora como hace gala de su catalanidad. Un tío muy legal, amigo de sus amigos, al cual siempre se le había identificado por su "Vespino"... aunque de la moto ya hablaremos un poco más adelante. Entre sus peculiaridades está la de contar chistes a toda velocidad, básicamente chistes de Arévalo.

¿Qué tiene que ver con Autodefensa? Autodefensa se formó en el pueblo de veraneo. Los hermanos de Autodefensa han veraneado toda la vida en la misma urbanización y ya desde los más remotos orígenes de la historia habían oido hablar de "El Picha". La familia de El Picha Loca también poseía una casa en la misma urbanización desde toda la vida. Desde muy pequeños los músicos de Autodefensa habían oído hablar de las aventuras de El Pichita, aventuras y leyendas que hablaban de amoríos, viajes increíbles (en moto), sus proyectos, heroicas proezas, etc...

Llegados un punto los chicos de Autodefensa entablaron amistad con el portento protagonista de este artículo. Fruto de esta amistad se dió la oportunidad de conocer un poco más de los orígenes del personaje que se ha convertido en mito. Ahora quisiera resumir un poco varios aspectos de nuestro histórico y admirado amigo:

La moto. El Picha Loca siempre fué sinónimo de "Vespino". Durante la década de los 80 se solía ver a El Picha cabalgando su Vespino. Cara al viento, cabello al aire, El Picha daba verdaderas muestras de maestría sobre las dos ruedas. El inconfundible sonido de su tubo de escape invadía la atmósfera del pueblo y los más pequeños esperábamos con impaciencia a ver si se acercaba a nuestra calle para ver al mítico guerrero del asfalto... bueno también es verdad que cuando se había caido de la moto se tomaba más como una noticia cómica que como una desgracia, porque su carácter natural hacía que todo pareciera gracioso.

Los Chistes. Su punto fuerte. Por lo visto El Picha Loca desde pequeño fué un gran admirador del humorista Arévalo, del cual poseía dos cintas de cassette cargadas de chascarrillos. Tenía tan sumamente bien aprendidos los chistes de esas grabaciones discográficas que, al recitarlas, como él ya los sabía de memoria, los contaba tan de prisa que, a veces, uno no se enteraba de lo que decía. Hacía más gracia escucharle recitando a toda hostia que el chiste en sí.
Cuando eran las fiestas de la urbanización siempre se podía contar con su actuación improvisada. El Sr. Picha no perdía la oportunidad de subirse al escenario y tomar el micrófono para regalar al respetable con su portentosa memoria para los chistes. Empezaba diciendo:

-Buenas noches. Voy a contarles unos chistes... aquí... en diresto.- a lo que continuaba.
-A ver. ¿De qué los queréis? ¿De Mexicanos?- y así empezaba el espectáculo con uno de sus cañonazos:

"Dice el Mexicano que va a confesarse:
-¡Padre, Padre! Me quiero confersar de lo puro macho que soy, que anoche me acosté con Sofía Loren... ¡y le metí cuatro!
y el cura respondía: "Pues no te voy a dar la ves porque seguro que no te arrepientes" (ves = vez = absolución).

A partir de ahí seguía con un repertorio que variaba según el público. Tenía chistes para niños y mayores.

El orígen de su nombre venía por un vecino suyo al que él llamaba Paco "El Gitano". Ambos se pusieron los apodos de mútuo acuerdo y siempre de buen rollo. Paco por ser moreno de piel se llevó el sobre nombre de "El Gitano", a El Picha Loca... me parece que queda bastante claro el por qué de su apodo ¿no? y si no sigan leyendo...

De sus heroicas proezas me gustaría destacar la vez que quiso demostrar su valor después de una temporada en la que no gozaba de gran popularidad. Por aquel entonces sufrió la pérdida temporal de su inseparable compañera de viajes: La Vespino. Como tenía la moto en el taller su sex-appeal disminuyó hasta el punto de que, como no se percibía el sonido de su moto, parecía que no había Picha. Él, no conforme con esta situación, decidió tomar una acción para demostrar que tenía mucho a ofrecer.
Un día fué a la piscina, en una época en la que siempre estaba abarrotada de bañistas, y Don Juan El Picha Loca se puso firme ante todo el mundo desafiando a grito pelado:

-¿Queréis ver mis cojones? ¿eh? ¿Los queréis ver?

Y se bajó el bañador ante el público asistente, enseñando sus atributos sin el más mínimo rubor, tal y como su madre lo trajo al mundo. No contento con eso, dió unas cuantas vueltas sobre sí mismo para que no hubiera persona que se perdiera tal exhibición de valor y poderío. Después de la rotación hubo una pequeña persecución ya que el socorrista intentó placar a nuestro viejo amigo. El Picha pudo zafarse de las garras de su tocayo (Juan era también el socorrista) lanzándose en un estruendoso planchazo al agua, en el punto donde la piscina cubría unos 3 metros... El Picha era un genio del manillar pero... ¡No sabía nadar! Tuvo que ser Juanito El Socorrista quien lo sacara del agua.

Amores. Juan era su nombre, y no podía ser otro porque Don Juan sería la correcta denominación de nuestro amigo. Tierno como nadie sabía como engatusar a la moza con su gracia innata con besos al aire acompañados de sus más bellas palabras:

-¡Guapa! ¿Quieres un novio feo para que no te lo quiten?

Nos contó que tuvo 3 novias que él mismo plantó "por celosas". Y es que, claro, un personaje tan popular como El Pichita, al cual todas la hembras admiran, es normal que la propia novia tenga celos.
Como gran entidad folladora tenía su postura favorita: "La del perro, ¿Sabeh cuál éh?" (La del perro ¿Sabes cuál és?)

Música. Artistazo es otro sinónimo para tal hombre. Por su sangre corría la tradición flamenca y su talento para la saeta. En sus años más mozos se le había podido ver con sus camisetas de AC/DC, IRON MAIDEN,... pero con el tiempo fué ensanchando horizontes hasta el límite de ponerse a bailar música disco sin bajar de su moto, justificando su acción con la frase: "A mí me gutta tó".
Su gran descubrimiento fue asistir a un par de ensayos de Autodefensa, en los cuales vio que la música de Autodefensa era toda una dimensión desconocida para humanidad. Cada vez que los hermanos Autodefensa interpretaban una canción de las cortas (de un segundo ó dos) el Picha, boquiabierto, respondía admirado: "¡Ya veh!" (Ya ves) ó "¡No veah!" (No veas).

Proyectos. Soñador. El Picha era un soñador. Cuando ya definitivamente cesaron los servicios de su amada Babieca de dos ruedas (la Vespino) el Picha anunciaba su próxima adquisición en temas de mobilidad: Un Mercedes. Las compra no llegó a producirse ya que no se sacó el carnet de conducir (supongo que porque no estaría de acuerdo a pagar la importante suma de dinero que exige la Autoescuela por el curso). Así que finalmente la última moto que se compró fué... una Suzuki Dr. Big de color azul. Sobre su nuevo corcel de plástico y metal correría nuevas aventuras ya escritas y otras aun por escribir.

De esta manera quisiera concluir este post dedicado a una de las más grandes personas que he conocido y que tanto nos ha enseñado. Actualmente hemos perdido el contacto pero sépase que aun nos acordamos de él.

Saturday, September 30, 2006

Inauguración del BLOG DE AUTODEFENSA

Ya hace un par de meses que di de alta este blog. En realidad fue para poder participar en los comentarios de otro blog pero al final me dije: "¿Y por qué no? A ver qué pongo" y me decidí a poner todo tipo de chorradas que se me ocurren normalmente en público y de las que sólo yo me río.

Todo el mundo sabe que Autodefensa es el mejor grupazo de Punk Rock de la Historia. Autodefensa está formado por dos hermanos con un síndrome de lo chorra muy importante. Como esto es un blog vamos a poner vivencias (más o menos verídicas) que merecen ser escritas en cualquier diario pero con la particularidad que van a ser típicamente Autodefensa, o sea de lo más tonto posible.



Vamos a ver cuánto tardo en aburrirme y dejar de escribir en el blog de los cojones.