La comida del IKEA
Saludos a todos mis hambrientos lectores. Se pensarán ustedes que soy un glotón, pues no van mal encaminados. Como ya comenté en el artículo "El Buffet Libre", me gusta comer y en grandes cantidades. Como ya se pueden imaginar ustedes, si han leído el post que antes les mencionaba, me gusta la comida exótica, sabores que no tengo la oportunidad de experimentar en mi día a día, y siempre que puedo gusto mucho de comprar algo de lo que no es convencional en mi dieta diaria.
El artículo de índole gastronómica de hoy lo voy a dedicar a la comida que sirven en el IKEA. A ver, a mi mujer le encanta el IKEA, sus diseños, pasar el rato mirando muebles, comprando cosas que luego me toca montar a mi. Pero el chuparse el recorrido de los pasillos del IKEA, con el mogollón de peña comprando o, simplemente mirando muebles por pasar la tarde, tiene su recompensa: LA TIENDA SUECA y la CAFETERÍA.
EL HOT DOG IKEA
¿Quién se puede comer un perrito caliente por 0.50€? Vale que no son muy grandes, pero con 2 euros te puedes pegar una merendola guapa, eh? Vamos a describir un poco lo que dan de sí estos bocadillos de Frankfurt a la sueca.
Los frankfurts del IKEA son de unos 20 cm de largo y tienen un diámetro de 1,5 cm. Vienen en unos bollos que pese a ser mucho más pequeños que el frankfurt tienen la medida proporcional justa para que no interfieran en el maravilloso placer de comerse una salchicha de frankfurt con acento sueco. Y digo que no interfieren ya que muchas veces el bocadillo, todo y que es un completísimo gran alimento, puede resultar un nefasto combinado gastronómico por culpa de un exceso de pan que no permita saborear el maravilloso contenido. Por eso quiero remarcar la importancia de que la salchicha sea más larga que el pan y éste sea más bien blandito.
Observemos que las características físicas de la salchicha son de unas dimensiones ideales para permitirnos el lujo de añadir otros aditivos al bocadillo sin el peligro de que se nos desencajen las mandíbulas en el momento de la ingesta. Me refiero a que al ser de un diámetro más bién pequeño, podemos añadir otros ingredientes que encontramos en las otras modalidades del Hot Dog de IKEA y que estudiaremos más adelante.
La carne de los Frankfurts no tiene que importarnos mucho ya que no tratamos amenudo con comida de 50 céntimos el bocadillo y, por tanto, para no llevarnos ningún susto, mejor no nos metamos en qué tipo de carne es. Seguramente sea de cerdo, como todas las salchichas de frankfurt son originalmente, pero por este precio no nos extrañe que algún día descubramos que se trata de un combinado de carnes que no son habituales en nuestra cultura (perro, rata, persona). Sea la carne que sea, la salchicha IKEA está buena y seguro que conserva todas las propiedades organolépticas exigibles a un producto de su categoría. Por esto, no digo que sea una salchicha con la que prevendremos la aparición de escorbuto. No, eso no lo puedo decir porque la enfermedad del escorbuto aparece cuando no se ha ingerido Vitamina C durante largo tiempo, y esta es una vitamina que se encuentra en las frutas y las verduras principalmente... Pero, pese a esta carencia de vitaminas en los preparados cárnicos, la salchicha IKEA es una fuente inigualable de proteina animal a la vez que de lípidos, estos últimos tan necesarios en la formación de la barriga cervecera del bon vivant.
En el proceso de elaboración de todo embutido cocido es emplea la carne debidamente picada hasta su conversión en pasta cárnica para moldear en forma de cilindro y facilitar su digestión. Dentro de esta pasta cárnica tiene cabida todo lo que la imaginación del maestro carnicero acierte a añadir en su búsqueda por la perfección gustativa. Así ya he comentado la posibilidad de algún día encontrarnos con la sorpresa de la adición de otras carnes consideradas tabú, pero lo que es innegable es que el arte de la ingeniería cárnica de los que se dedican a hallar la mejor fórmula para la elaboración de las salchichas IKEA reside en una buena proporción de los ingredientes aderezados con azúcares (glucosa, sacarosa) y otros glúcidos de origen vegetal (almidón, fructosa) para conseguir la perfección en un producto que muchos imaginarán simplemente como un tubo de carne picada.
Sobre los Hot Dogs del Ikea me reitero en comentar que, todo y ser de unos 20 cm y estar servidos en bollos pequeños, tienen buen sabor y que siempre se pueden probar nuevas recetas ya prediseñadas en las que se le añade al frankfurt un ingrediente que se sale: la cebolla frita desecada. Dulzona, crujiente, aromática, que le da a la salchicha el revestimiento ideal para entrar en el más elegante baile de sabores que se celebra en el paladar del IKEA-gourmet. En los bares de nuestras latitudes estamos acostumbrados a consumir el aditivo de la cebolla pasada por la plancha o directamente cruda dentro del bocadillo. Cuando se trata de pasarla por la plancha podemos obtener la caramelización de los aros de cebolla fruto de la cocción en su propia agua a fuego lento, dejando que además de frita quede un pelín cocida dando una textura blanda y un sabor más bién dulzón. Cuando se trata de ponerla cruda en el bocadillo tenemos la sorpresa del crujir en cada mordisco. Pero los suecos van más allá. Ellos se decantan por una variedad de preparación en que la cebolla frita queda de lo más crujiente dándonos además el gran placer de probar un extra de lo más exquisito.
Cuando el dependiente del bar IKEA nos sirve el bocadillo lo provee generosamente de cebolla frita, si así lo solicitamos, y pensamos "dónde vas, animal, que se va a caer toda". Pero por lo que contaba de lo finito que es el frankfurt, te cabe el bocata en toda la boca sin el menor esfuerzo. También hay que admitir que esto es cosa de gente entrenada y cualquier novicio en el arte de la glotonería no puede aventurarse a meterse en la boca medio bocadillo del tirón.
Pero una manjar como el que he descrito requiere de ser regado con uno de los mejores caldos que la viña IKEA ofrece. Aquí viene una de las más gandes oportunidades de gorreo que se pueden presentar para alguien como el que escribió el artículo de "El Buffet Libre". Pues resulta que en IKEA pagas un vaso de tu refresco preferido y lo puedes rellenar cuantas veces quieras en los grifos dispensadores de refrescos. Yo, como ya expliqué en el artículo del Buffet, me decanto habitualmente por las bebidas sin burbujas cuando se trata de reservar espacio para que quepan más cosas en la barriga. Así, si da el caso de que tengo barra libre en alguna cosa procuraré no hincharme el estómago de burbujas y estando en IKEA siempre optaré por probar algo nuevo y exótico:
EL REFRESCO DE JARABE DE ARÁNDANOS
No cabe decir que si tienes que pagar un vaso y te puedes servir los que te dé la gana más vale que comas bien para no pasar hambre pero te reserves algo de espacio para el líquido. Sin más comentarios porque sólo diré que la primera vez que lo probé, al llegar a casa, me pasé 10 minutos meando del tirón. O sea que después de meterme 4 ó 5 frankfurts con todas las combinaciones posibles (con cebolla, solo, con salsita, a tope de ketchup, etc...) me senté en el taburete más cercano a la máquina expendedora de refrescos y pasé olímpicamente de Pepsi, Cola Loca, Mirindas y demás líquidos coloreados con burbujas, y me emborraché del jarabe de arándanos suecos.
La preparación de este jarabe no debe ser más complicada que la de cualquiera de sus hermanos refrescos. Partimos de un concentrado de extractos de arándanos, azúcar, acidulante: Ácido Ascórbico y algún que otro ingrediente de los que empieza por E- y no quieras saber cómo termina, se mezcla con agua del Osmotic o algún otro trasto de estos y la misma máquina, mientras mantienes presionado el grifo, ya se encarga de bombear las cantidades justas de jarabe concentrado y agua casi destilada para que el líquido que cae dentro de tu vaso sea el refesco de moda en Suecia. Es dulce que te cagas y como no tiene las malditas burbujas el refresco entra como el agua. Y bebe, y bebe. Y te llenas, te llenas de ese líquido rojo. A todo esto me gustaría hacer mención que ya me gustaría pillar por banda la botella del concentrado del jarabe de los cojones porque eso ya debe ser lo más, entonces sólo en el caso de que mi garganta no acertara a dejar pasar toda la cantidad de espeso jarabe que me estuviera metiendo directamente de la botella, sería entonces cuando me pondría debajo del grifo para permitir que la versión más aguada del jarabe aligerara el paso de mi cuello para permitir la llegada al estómago de la cantidad congestionada en mi faringe por la acumulación de jarabe en masa.
Ahora quisiera despedir este artículo comentando que seguiré en mi empeño de dar a conocer la gastronomía que he tenido ocasión de probar y de la que he quedado satisfecho en mayor o menor medida. Por supuesto que La comida del IKEA tendrá su extensión en diversas secuelas porque, aunque me han gustado muchísimo los Hot Dog y el refresco de arándanos, hay muchas otras especialidades de las cuales me gustaría hablar y otras que todavía no he probado pero que en cuanto tenga oportunidad me pegaré un atracón para poder hablar con conocimiento de causa en futuros posts dedicados a: La comida del IKEA.
Skål
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