En el relato de "El monstruo de la Trini" hice una pincelada de lo que hoy voy a ampliar para en esta entrega sobre El Recuerdo.
Seguramente nos lo buscamos. Muy posiblemente despertamos algo que no debería haberse manifestado nunca, pero nuestra imprudencia fruto de las ganas de conocer y experimentar por derroteros de lo paranormal, hizo que algo que estaba aletargado reviviera en el portal de casa de nuestros abuelos.
Aquello sucedió cuando en la pandilla nos contáramos las primeras historias de fantasmas. Nunca faltaba la que era mayor de la pandilla que siempre tenía alguna historia para acojonar a los pequeños. Esa era la misma que no se creía ni sus propias mentiras. El análisis posterior a todo ello podría ser en su futuro tenía que ser convertirse en alguien ruín, en una mala persona. Pero no avancemos acontecimientos porque lo peor está por desvelarse.
Nuestra primera experiencia con la ouija vino por parte de esta niña que contaba con un par de años más que yo, pero ya era suficiente vida para conducir a su pandilla. Allí, tras los bloques del barrio nos sentamos en corro e hicimos un abecedario con numeros y las palabras Sí y No, en una hoja de papel Din A4. Con un vaso de plástico nos dispusimos a concentrarnos para invocar a la primera entidad que quisiera manifestarse. El aire movió el vaso de plástico y por un momento nos cagamos de miedo, pero una vez aclarado que había sido el viento, nos dipusimos a concentrarnos de nuevo y pronunciar nuestro mantra invocatorio:
- Espítiru! Espiritu! Si estás aquí demuéstralo. Dinos si eres bueno o malo.
Sin reacción. Pero el aire que corría ese día en el barrio dejó de soplar. Al menos sabiamos que si el vaso se movía no iba a ser por la brisa. Entonces repetimos el mantra:
- Espítiru! Espiritu! Si estás aquí demuéstralo. Dinos si eres bueno o malo.
En eso que el vaso se movió, sin especificar qué quería. Solo alternaba repetidamente a Sí y No. La misma niña que nos metió en este asunto fue la que rompió el círculo soltanto una sonora carcajada y diciendo que era mentira y que estábamos moviendo el vaso el resto de niños. Esto fue lo que ofendió a nuestro contacto del más allá, el espíritu fuera cuál fuera su condición se molestó y lanzó una amenaza precipitando el vaso hacia la niña mayor tras haber pasado por la palabra MALO. Nos acojonamos. De verdad que nos acojonamos.
No se lo tomó a broma cuando días más tarde ocurrió un hecho que podría haber sido más grave de lo que resultó.
Estábamos junto al portal de la casa y ella misma nos advirtió que en el cristal de la puerta había visto como una mano fantasmagórica había acariciado el cristal desde dentro. Pensando en principio que tenía que ser alguna vieja vecina que iba a salir por la puerta, estábamos esperando que a que ésta saliera pero como no salía ya nos entraron los terrores y nos alejamos de la puerta. Supusimos poco después que algo pasaba en ese portal, en esa escalera de vecinos viejos, que algo se salió de la tabla de ouija y se quedó en forma de recuerdo en el barrio para alojarse en la escalera de nuestras abuelos. Sí que habíamos oído alguna leyenda sobre una bruja que había vivido en los sótanos, unos sótanos cuyas viviendas estaban tapiadas supuestamente por las humedades, pero que originaban nuestros más profundos terrores al pensar que los vecinos se hubieran deshecho de la bruja y hubieran tapiado la casa donde vivíaa para que nadie tuviera la experiencia de vivir en donde tiempo atrás se habrían cometido todo tipo de atrocidades para invocar los peores males del más allá. No bajábamos jamás al sótano.
Lo peor vino cuando, en un plan urbanístico de la ciudad, se estaba arreglando todo el barrio. Calles, terraplenes, solares, todo estaba pasando de la tierra sucia al cemento limpio. El color gris tomaba el barrio pero nos quitaba de las malas hierbas, de los charcos y el barro los días de lluvia. Muros con jardineras, contramuros que delimitaban los desniveles de las calles, adoquines por doquier... eran las nuevas maravillas arquitectónicas que en unos interminables meses de obras, todos lo materiales de construcción nos daban los elementos con qué jugar. Peligrosos materiales de construccion y obras sin ningún tipo de protección. Y el fantasma de una bruja rondando por el barrio en busca de venganza por la falta de respeto en su comunicación trans-dimensional.
Continuará...
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